Obediencia a la Autoridad de Stanley Milgram

Hombre saco corbata saludando brazo derecho apoyado equipo electrónico

¿Que explica el experimento de Stanley Milgram?

Durante los años 1962 y 1963, el DR. STANLEY MILGRAM realizó varias investigaciones experimentales en el departamento de Psicología de la Universidad de Yale, de los Estados Unidos. El propósito de estas investigaciones era para el autor un profundo interés por tratar de comprender las causas o los motivos que llevaron al aniquilamiento de millones de personas del siglo pasado por el solo hecho de pertenecer a un cierto grupo religioso. En otras palabras, el Dr. Milgram decía que, si bien estas políticas de genocidio pudieron originarse en la mente de una sola persona, para llevarlas a cabo, deberían de haberse realizado con la ayuda y cooperación de muchas personas que “OBEDECIERAN ÓRDENES”.

¿Qué plantea la teoria de la obediencia de Milgram?

Aquí el autor pone como centro de la discusión a la conducta humana de la “OBEDIENCIA”, no ya como una virtud, sino como un pecado capital cuando se encuentra al servicio de una causa malévola. Tal es así que la historia de la humanidad nos enseña que son mucho más numerosos los crímenes cometidos en nombre de la obediencia que en nombre de la rebeldía. A continuación, veremos en detalle no sólo el experimento en sí, sino todo el desarrollo teórico que realiza para explicar los resultados del experimento, el cual es de lo más interesante y menos comentado en los libros y disertaciones académicas o públicas.

¿Qué relación existe entre la autoridad y la obediencia?

Al respecto el Dr. Milgram escribe en su internacionalmente famoso libro “Obediencia a la Autoridad: Un punto de vista Experimental”, lo siguiente:

“La obediencia es el mecanismo psicológico que vincula la acción individual con el propósito político. Es el cemento disposicional que une a los hombres a los sistemas de autoridad…”

(Milgram, 2009, p.1-2)

¿Cómo hacer el experimento de Milgram?

El Dr. Milgram creía que para no entrar en discursos abstractos y poder observar detalladamente esta conducta de la obediencia, tenía que diseñar un experimento específico. Es por ello que el autor diseñó el experimento que se describe a continuación:

…Eventualmente, el experimento iba a involucrar a más de mil participantes y se repetiría en varias universidades…

Dos personas acuden a un laboratorio de psicología para participar en un estudio de memoria y aprendizaje. Uno de ellos es designado como “maestro” y el otro como “alumno”. El “experimentador” explica que el estudio se refiere a los efectos del castigo en el aprendizaje. El alumno es conducido a una habitación, sentado en una silla, con los brazos atados para evitar movimientos excesivos y un electrodo conectado a su muñeca. Le dicen que debe aprender una lista de pares de palabras; cada vez que comete un error, recibirá descargas eléctricas de intensidad creciente.

El verdadero foco del experimento es el maestro. Después de ver al alumno ser atado en su lugar, lo llevan a la sala principal de experimentos y lo sientan ante un impresionante generador de descargas. Su característica principal es una línea horizontal de treinta interruptores, que van desde 15 voltios hasta 450 voltios, en incrementos de 15 voltios. También hay designaciones verbales que van desde CHOQUE LIGERO hasta PELIGRO: CHOQUE SEVERO. Se le dice al maestro que debe administrar la prueba de aprendizaje al hombre en la otra sala. Cuando el alumno responde correctamente, el maestro pasa al siguiente elemento; cuando el otro hombre da una respuesta incorrecta, el maestro debe darle una descarga eléctrica. Debe comenzar con el nivel de choque más bajo (15 voltios) y aumentar el nivel cada vez que el hombre comete un error, pasando por 30 voltios, 45 voltios, y así sucesivamente.

El “maestro” es un sujeto realmente ingenuo que ha venido al laboratorio para participar en un experimento. El alumno, o víctima, es un actor que en realidad no recibe ningún shock. El objetivo del experimento es ver hasta dónde llegará una persona en una situación concreta y medible en la que se le ordena infligir un dolor creciente a una víctima que protesta. ¿En qué punto el sujeto se negará a obedecer al experimentador?

El conflicto surge cuando el hombre que recibe el shock comienza a indicar que está experimentando molestias. A 75 voltios, el “alumno” gruñe. A 120 voltios se queja verbalmente; a los 150 voltios exige ser liberado del experimento. Sus protestas continúan a medida que aumentan las conmociones, cada vez más vehementes y emocionales. A 285 voltios, su respuesta solo puede describirse como un grito agonizante.

Para el maestro, la situación no es un juego; el conflicto es intenso y obvio. Por un lado, el sufrimiento manifiesto del alumno lo presiona para que renuncie. Por otro lado, el experimentador, una autoridad legítima con la que el maestro siente algún compromiso, le ordena que continúe. Cada vez que el maestro duda en administrar el shock, el experimentador le ordena que continúe. Para salir de la situación, el maestro debe romper claramente con la autoridad. El objetivo de esta investigación era encontrar cuándo y cómo las personas desafiarían la autoridad ante un claro imperativo moral.

(Milgram, 2009, p.3-4)

Como primer dato importante cabe destacar que dicho experimento fue replicado en cerca de 1000 participantes. Con esta cifra está claro que no se trató de una cuestión del azar, sino de un patrón de conductas bien claro y definido.

Otro dato es que de los 3 actores que integraron el experimento (maestro, alumno y experimentador), el verdadero interés se centra sobre la conducta del “maestro”. Con este último, se intenta investigar en qué momento del experimento dejará de suministrar una descarga eléctrica por cada respuesta incorrecta del alumno, y de qué manera dejará de obedecer al experimentador, desafiando de esta manera su autoridad para terminar el experimento.

También hay que tener en cuenta que el “maestro” tiene treinta (30) intentos para cambiar de parecer y detener, de alguna manera, los electroshocks que él mismo le está suministrando al “alumno”. Por su parte, este último, le hace saber claramente y de diferentes formas que se encuentra atravesando momentos de dolor que van incrementando en intensidad.

¿Qué porcentaje de los participantes de las experiencias de Stanley Milgram y similares sobre la obediencia Acepto las condiciones de la prueba y llego hasta el final?

Lo primero que remarca el Dr. Milgram es que los resultados fueron sorprendentes, pues nadie se los esperaba y desalentadores ya que dos tercios, es decir 2 de cada 3 participantes (65%), llegaron a aplicar el máximo de voltaje: ¡450 voltios! ¡Estos resultados son realmente ALARMANTES!

Aquí el Dr. Milgram nos explica que, de los 110 participantes sobre la predicción de su propia conducta en el experimento, todos, es decir, el 100% de los encuestados, se veían a sí mismos desobedeciendo las órdenes del “experimentador” en algún momento del experimento ya sea por motivos de empatía, compasión o sentido de justicia. Además, se le pidió que “predijeran” el comportamiento de las demás personas. Es por ello que todos los encuestados predijeron que todos los participantes se negarían a obedecer al “experimentador” y sólo el 1 o 2 % llegaría a suministrar el máximo voltaje.

¿Cómo surge la obediencia?

Ahora bien, si es verdad que estas estructuras jerárquicas se encuentran en el tejido social en el cual el hombre está inserto, la primera pregunta que se nos viene a la mente es “¿Cómo y cuándo se forman?”. Para ello, el Dr. Milgram nos explica cómo se fueron sentando las bases para formarlas de la siguiente manera:

Primero se inicia en la familia donde los progenitores están permanentemente dando consignas a sus hijos, las cuales cumplen dos funciones simultáneas: “hacer” lo que se le indica y “obedecer” lo que el progenitor dice. De esta manera el hijo comienza a desarrollar su conducta de “obediencia”.

Años más tarde este hijo es insertado en el colegio. Allí aprende a situarse en una organización de autoridad donde hay profesores a los cuales hay que obedecer, y que estos últimos también tienen que obedecer a los directores. También aprende que mientras la conducta de la “arrogancia” es enfáticamente rechazada allí, la conducta de la “deferencia” es bien vista y aceptada en la organización.

Trabajo

Terminado el colegio, el hijo comienza un oficio o un trabajo y allí nuevamente se encuentra bajo un sistema de autoridad donde aprende que para funcionar adecuadamente se necesita de la conducta de “sumisión” por más libertad que tenga para realizar las tareas, pues ambas le han sido asignadas por su superior.

Por último, el autor, remarca que el sistema de “promoción laboral” asegura la continuidad y supervivencia de la estructura jerárquica, ya que no sólo acepta dicha recompensa, sino que lo lleva a una profunda satisfacción emocional.

Finalmente, los resultados de este largo proceso de socialización dentro de las diferentes estructuras jerárquicas a las cuales una persona es insertada una y otra vez, ¡son la INTERNALIZACIÓN del ORDEN SOCIAL! Al igual que ocurre con nuestra gramática donde son internalizadas las “reglas” gramaticales por las cuales hablamos y escribimos, son internalizados los “axiomas” de la vida social donde la obediencia ocupa un lugar central.

¿Qué factores influyen en la obediencia?

Ahora bien, el Dr. Milgram explica que se deben dar varias condiciones para que se dé la conducta de la obediencia.

La primera es lo que él denomina la “percepción de una autoridad legítima”. Aquí la persona percibe a otra en una posición de control social dentro de una situación determinada y no se extiende más allá de él. Por ejemplo, la autoridad de un piloto sobre sus pasajeros no se extiende más allá del avión en que se encuentran. Pero aclara que esta percepción de autoridad es la mera “apariencia” de autoridad, que no necesariamente tiene que coincidir con la autoridad de hecho, sino que con la sola “auto designación” de autoridad es suficiente.

Otra condición es que no basta con percibir a una autoridad como tal, sino que dicha autoridad debe tener “relevancia para nosotros”. Por ejemplo, si pasa un militar gritando órdenes en un desfile, no las acataremos pues él no es percibido como una autoridad para nosotros los civiles.

Contexto

La tercera condición es que la autoridad se enmarca dentro de un contexto y éste define qué órdenes son las apropiadas para la autoridad en cuestión. Es decir, hay una coherencia entre la función de la persona de autoridad y la naturaleza de las órdenes que emana. Por ejemplo, un policía puede ordenar que se identifique con su documento de identidad, pero no puede ordenar que bese a su esposa.

Una cuarta condición es que se presupone de antemano que la figura de autoridad en cuestión “posee mayores conocimientos que sus subordinados. Aunque pueda darse el caso de que sea el subordinado quien posea mayores conocimientos que su superior, éste no se presume delante de su autoridad, sino que le presenta sus conocimientos a fin de que su superior disponga de ellos.

La última condición es la que “define la situación”, la que le da sentido a la situación. Es decir, la condición que le enseña a interpretar el mundo y los hechos es la “ideología”. Con ella un acto puede ser considerado atroz desde una perspectiva, pero bajo la justificación ideológica de una autoridad percibida como legítima, puede parecer totalmente justificado. Esta sumisión ideológica controla la forma en que el mundo y los acontecimientos deben ser interpretados, dando lugar de esta manera a un control de su comportamiento.

¿Cuáles son las consecuencias de la obediencia?

Estructuras Jerárquicas

El Dr. Milgram, en busca de nuevos horizontes conceptuales, comienza su análisis diciendo que el hombre se encuentra inserto en una sociedad que funciona con ESTRUCTURAS JERÁRQUICAS. Éstas poseen una ventaja evolutiva y de supervivencia muy importante ya que se organizan para hacer frente a las amenazas del medio ambiente, a las de especies competidoras y a las amenazas internas.

En cuanto a las amenazas provenientes de especies o grupos externos, cita como un claro ejemplo las milenarias estructuras militares como ventaja competitiva dadas su capacidad de coordinación y disciplina que supera en todo sentido a una multitud tumultuosa sin dirección ni estructura.

Respecto a las amenazas provenientes del interior de los grupos también explica que estas estructuras jerárquicas brindan estabilidad y armonía en las relaciones del grupo ya que reduce la fricción al mínimo entre sus miembros al estar definidas con claridad la posición que ocupa cada miembro dentro de la estructura. También aclara que a veces los desafíos a la jerarquía provocan violencia, aunque veremos más adelante que esto ocurre muy ocasionalmente.

Por último, el Dr. Milgram reflexiona sobre las ventajas que han traído las estructuras jerárquicas a las civilizaciones de diferentes épocas ya que a través de su acción dirigida y coordinada se han logrado erigir las Pirámides de Egipto, unido las sociedades Griegas que se encontraba dispersas y se logró el dominio técnico del planeta tierra.

Sistemas de Inhibición

Asimismo, el Dr. Milgram nos explicará que estas estructuras jerárquicas se han desarrollado simultáneamente con sistemas de inhibición o de freno para que puedan funcionar adecuadamente y sus miembros sobrevivan sin ser auto-eliminados. De esta manera nos los detalla:

El prerrequisito para que una estructura jerárquica funcione adecuadamente es un “potencial para la obediencia”. Con ello no se propone un instinto de obediencia, sino que nuestra estructura mental posee un potencial de obediencia, de la misma manera que el hombre posee una capacidad para el lenguaje. Es decir, si bien, el hombre posee ciertas estructuras mentales específicas para el lenguaje, se requiere de su exposición con el medio ambiente y/o social para desarrollar dicha capacidad. Lo mismo ocurre con la capacidad de obediencia, a través de la interacción con el ambiente social se va desarrollando dicha capacidad.

Conciencia

El sistema de inhibición por excelencia es la “conciencia” ya que posee la función de regular los impulsos de las personas y de esta manera poder convivir en armonía con otros miembros de las estructuras jerárquicas, ya sean subordinados o figuras de autoridad. La conciencia también regula la acción agresiva a tal punto de disminuir su fuerza en estas estructuras jerárquicas, permitiendo de esta manera la conducta de obediencia tome mayor fuerza.

Otro de los sistemas de inhibición es lo que denomina “estado agencial”. Es la condición en que se encuentra una persona cuando se ve a sí misma como “agente” para llevar a cabo los deseos de otra persona. Cuando una persona entra a una estructura jerárquica su sentido de autonomía es modificado por este de estado agencial, donde ya no es responsables de sus acciones, sino que es un “instrumento” para cumplir los deseos de los demás.

Por último, la emoción más prominente de este sistema de inhibición es la “ansiedad”. Luego de su largo proceso de socialización, la persona acaba internalizando las reglas básicas de la vida social y, con ellas la más básica, “el respeto a la autoridad”. Cuando la persona desea desafiar la autoridad, el temblor, la risa nerviosa, el embarazo, la sudoración, etc., son las señales claras de este asalto a las reglas o la autoridad.

Cáceres, D. (2021) Psicología del Mal. Editorial Dunken.

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