10 Claves para sobrellevar las ausencias de los seres queridos en las fiestas de fin de año: Navidad y Año Nuevo

hombre y mujer de negro llorando abrazados cementerio

El ser humano no está diseñado para las pérdidas de seres queridos. Todo nuestro ADN, cada célula de nuestro cuerpo, apunta a la vida, a vivir. Es nuestra esencia: vivir.

Las navidades, los cumpleaños, aniversarios, fines de semana y vacaciones… serán momentos especialmente dolorosos. Los recuerdos del ser querido pueden incrementarse y la sensación de soledad acentuarse.

Es importante saber que el duelo cambia. Hay días buenos y días no tan buenos. Algunos días difíciles pueden anticiparse, como los aniversarios o cumpleaños. Para afrontar mejor estos días o periodos puedes tratar de programar actividades diferentes, mantenerte ocupado, buscar apoyo en los demás o invitar a personas cercanas para que vayan a verte.

No obstante, también puedes reservar estas fechas para recordar a la persona querida, pensar y escribir acerca de lo que estás sintiendo… Aunque sea doloroso, te ayudará a avanzar en tu proceso.

La palabra “duelo” proviene del término latino “dolos” que significa dolor. El duelo no es un trastorno mental, es un proceso doloroso en respuesta a la muerte de un ser que­rido o de una pérdida significativa.

El duelo es universal, es inevitable, comporta sufrimiento, es portador de crecimiento y no se realiza por medio de fármacos. Es necesario para poder continuar viviendo, para separase de la persona perdida conservando lazos diferentes con ella y para reencontrar la libertad de funcio­namiento psíquico. Intentar escapar a él significa introducirse en una vía de complicaciones gra­ves. Es un proceso a largo plazo, y su culminación no será un estado como el que tenían antes del mismo.

La pérdida que condiciona el proceso de duelo es psicológicamente traumática en la misma medida que lo es una herida o una quemadura, por lo cual es siempre dolorosa. Como toda herida necesita un tiempo para cicatrizar y ade­más debe cicatrizar fisiológicamente sin dejar lesiones residuales.

1. Acudir a las celebraciones en la compañía de familiares y amigos queridos

El duelo se atraviesa mejor cuando se comparte con gente hacia la que se siente afecto y cariño. Hay que aprovechar todas las posibilidades de hacerlo. Acompañarnos de personas que nos quieren y a las cuales queremos. En días de luto, sentir la proximidad otros seres queridos es importante. No aislarse ante el dolor: hay que compartirlo con nuestro entorno. “Si hay algo que tengamos en común todos los que comemos o cenamos juntos en estas fechas es que nos hace daño esta ausencia”, explica un ser querido. Y no solo estos días, sino también en el resto del proceso de luto.

2. Anticiparse a la celebración de las fiestas

Tener claro que esta vez las fiestas serán diferentes. Anticiparse haciendo una lista: dónde se festejarán y con quiénes. Incluir qué rituales se evitarán, respetarán o eliminarán. Buscar formas nuevas de vivir estas Fiestas. Una posibilidad consiste en realizar encuentros familiares previos para conversar y que cada persona pueda compartir sus inquietudes y necesidades.

3. Distribuir entre todos las tareas de las que se encargaba quien ya no está. 

Esto tiene un doble beneficio: por un lado, evitar que una sola persona deba asumir todas esas funciones, y por el otro, ayudar a que cada miembro de la familia pueda elaborar su propio duelo personal a través de la realización de la tarea que le haya tocado.

4. Buscar una manera simbólica de recordar al ser querido, de rendir homenaje a su memoria

Puede ser positivo participar en un ritual de fiestas de fin de año para conmemorar a alguien que ha fallecido, en especial si se relaciona directamente con sus intereses. Aquí tienes algunas ideas:

  • Enciende velas.
  • Habla, escribe o publica algo sobre el ser querido en las redes sociales.
  • Dona juguetes o libros infantiles por medio de una organización benéfica.
  • Dedica una plegaria o un servicio religioso en conmemoración de tu ser querido, como una misa católica o un kaddish judío.
  • Planta un árbol en conmemoración de la persona que has perdido, en tu propio jardín o en un bosque.
  • Escribe una tarjeta o una carta festiva con la fotografía de la persona.
  • Coloca su foto o un objeto suyo que sea importante en el árbol de Navidad o entre las decoraciones navideñas.
  • Dejar vacía la silla en la cual se sentaba esta persona y colocar algo en su memoria que nos recuerde a ella
  • Preparar su plato preferido, es decir, “dar presencia a la ausencia”.
  • Propone crear un espacio o un tiempos específicos para rememorar la persona, antes de comida o de abrir los regalos.
  • Elaborar un álbum de fotografías recordándolo.

Se podrán crear nuevos recuerdos sanos que permanecerán por mucho tiempo en la mente de la persona que atraviesa un duelo. Estas acciones permiten honrar la relación íntima que existía entre ambos seres.

5. Hablar del ser querido para afrontarlo.

Hacer como si no pasara nada no ayuda. Aunque resulte incómodo sacar este tema de conversación, es saludable hacerlo. Habla sobre el tema cuando puedas. Algunas personas desean contar la historia de su pérdida o hablar acerca de sus sentimientos. Pero, en otros casos, las personas no tienen deseos de hablar. Eso también está bien. Nadie debe sentirse presionado a hablar. Aun cuando no tengas ganas de hablar, busca maneras de expresar tus emociones y pensamientos. Puedes escribir un diario. O puedes escribir una canción, un poema o hacer un tributo con fotos de tu ser querido. Puedes hacerlo solo para ti o compartirlo con otras personas.

6. Dar lugar al dolor y las emociones asociadas a la pérdida.

Al fin y al cabo, son maneras de expresar todo el amor que sigues sintiendo y anida en tu corazón. Acepta tus emocionesNo contengas el llanto si sientes que estás a punto de llorar. Acepta los sentimientos que tienes en lugar de pensar que “deberías” sentirte de otra manera. A veces, otros esperan que lo “superes” cuando todavía no estás preparado. Pero tómate el tiempo que necesites. Debes saber que, con el tiempo, puedes sentirte mejor (y lo lograrás). Sentirse mejor no significa que olvides a la persona que murió. No significa que la extrañarás menos.

7. Cuidarnos y dejar que nos cuiden.

También cuidar a alguien: sentir que aportamos algo al bienestar a otra persona nos hará sentir mejor. Obtén el apoyo que necesitas. Adaptarse después de la muerte de un ser querido lleva tiempo. Y es de gran ayuda contar con mucho apoyo. Puedes recibir el apoyo de tus familiares, amigos o mentores adultos que están presentes en tu vida. Los consejeros, psicólogos y grupos de apoyo enfocados en el duelo también pueden ser de ayuda. Si deseas obtener más apoyo, pídeles a tus padres, al consejero escolar o a un líder religioso que te ayude a encontrar el apoyo adecuado para ti. También puedes brindarles apoyo a otras personas.

8. Tómate Respiros Durante la Reunión.

Durante las fiestas de Navidad es posible que te sientas abrumado por los preparativos, así como también por las emociones que afloran durante el encuentro familiar por lo que, cuando el dolor te resulte agobiante, busca un espacio tranquilo de la casa en donde puedas tomarte unos minutos de descanso y disfrutar de efectivas estrategias de relajación. Piensa qué cosas sueles hacer para relajarte cuando los sentimientos te agobian ¿llorar? ¿escuchar música? ¿estar en contacto con la naturaleza? ¿hablar con un ser querido? ¿hacer técnicas de respiración? ¿tomar una infusión?

Tómate 10 minutos para expresar lo que sientes y poco a poco aliviar estos pensamientos y emociones que te oprimen el pecho. Inclusive puedes escoger a un ser querido para que pueda acompañarte y escucharte durante esta celebración. De este modo, tendrás un sistema de contención para aquellos momentos del día en los que la angustia te abrume y necesites un cálido abrazo en silencio.

9. La Gratitud

Poseer una perspectiva de agradecimiento y gratitud a lo vivido con ese ser querido. Amor a lo aprendido, a lo vivido con la persona que se fue. Y, sobre todo, amor hacia uno mismo por el crecimiento obtenido tras la relación con el fallecido.

10. La Religión

La FE puede ser un refugio para quienes han perdido a un ser querido, teniendo en cuenta que una de las promesas que nos hace la religión es que nos reencontraremos con nuestros seres queridos cuando muramos y que la persona que hemos perdido está en un lugar mejor.

Para muchas personas, la fe es un apoyo muy importante. Se ha comprobado que la fe es un bastión que permite aligerar el dolor a las personas creyentes. Hay quienes, ante una pérdida, se aferran a la fe como a una tabla de salvación, lo que les aporta sosiego y serenidad. Sin embargo, también hay personas que no son creyentes, siendo éste un factor que no les resulta imprescindible para superar el duelo.

La fe permite dar sentido, significado y orden a las cosas que nos suceden, por eso no es bueno tratar de patologizar o cuestionar a quienes la practican. También es cierto que hay muchas personas que atraviesan el duelo sin necesidad de fe.

En conclusión, tener fe es un factor positivo para superar el duelo, pero no es impres­cindible. Una fe madura no sólo aligera el peso de la pérdida, sino que da esperanza y permite encontrar sentido a la muerte. No se puede imponer la fe a quien no la tiene, ni arrancársela a quien la posee.

Las vivencias individuales moldean, matizan y modifican la experiencia del duelo para cada uno de nosotros. Por este motivo, las autoras nos desmarcamos de cualquier intento de considerar el duelo como una entidad aparte. El duelo sólo puede ser medido y evaluado a la luz de la identidad del doliente y de su historia personal, todo ello teniendo en cuenta su cultura, su ideología y sus valores. Entonces -y sólo entonces- podremos determinar si una persona está atravesando un duelo complicado o no, o si necesita terapia o no.

Así pues no concebimos normas generales en torno al duelo, sino normas aplicadas a cada individuo, a cada vivencia y a cada cultura.

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