¿En qué consisten las Emociones Positivas?

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¿Qué son las emociones?

Antes de comenzar a hablar de emociones positivas, iniciaremos nuestro viaje por la definición de Emoción. Las emociones tienen su sede biológica en un conjunto de estructuras nerviosas denominado sistema límbico, que incluye el hipocampo, la circunvalación del cuerpo calloso, el tálamo anterior y la amígdala. La amígdala, además de desempeñar otras funciones, es la principal gestora de las emociones y su lesión anula la capacidad emocional. Las conexiones neuronales entre estas estructuras ubicadas en el cerebro reptiliano y la parte moderna del cerebro, el neocortex, son muchas y directas, lo cual asegura una comunicación de vértigo muy adaptativa en términos evolutivos. Esto hace que sea algo ficticio hablar de pensamiento, emoción y conducta como entidades separadas. Sin embargo, en la práctica investigadora se diferencian para hacer más abordable su estudio.

Pretender definir constructos complejos, y las emociones lo son, no es una tarea fácil. De hecho hoy continúa siendo objeto de debate e investigación tanto su origen, como su estructura interna, las diferencias entre estados afectivos, etc.

Emociones Básicas

A pesar de estas dificultades existe cierto consenso respecto a algunas de las características de las emociones básicas, de manera que se puede considerar que las emociones son tendencias de respuesta con un gran valor adaptativo, que tienen evidentes manifestaciones a nivel fisiológico, en la expresión facial, la experiencia subjetiva, el procesamiento de la información, etc., que son intensas pero breves en el tiempo y que surgen ante la evaluación de algún acontecimiento antecedente.

Esta definición parece ajustarse mejor al estudio de emociones negativas (miedo, ira, asco, tristeza, etc.), que al estudio de emociones positivas (alegría, orgullo, satisfacción, esperanza, fluidez, elevación, etc.) fundamentalmente porque las primeras se pueden asociar a tendencias de respuestas claras y específicas y las segundas no tanto. Así, por ejemplo, cuando una persona siente miedo ante algo o alguien sus sistemas de alerta automáticos se activan, se dispone rápidamente a huir o a protegerse, su expresión facial refleja una imagen única y reconocida prácticamente de forma universal por cualquier individuo. Muy probablemente, tales reacciones habrán permitido a muchos individuos de nuestra especie salvar la vida en situaciones críticas, lo cual reflejaría el valor inmediato para la supervivencia que tienen las emociones negativas.

Valor adaptativo de las emociones negativas

En este mismo sentido Robert Sapolsky, neurólogo de la Universidad de Standford, afirma en una reciente entrevista que ante amenazas inminentes el cuerpo utiliza toda la energía almacenada para activar los músculos apropiados, aumentar la tensión arterial para que la energía fluya más deprisa y desactivar todo tipo de proyecto a largo plazo. Comenta en tono distendido que si te persigue un león, escoges otro día para ovular, retrasas la pubertad, ni se te ocurre crecer, ya digerirás más tarde, pospones la fabricación de anticuerpos para la noche, si todavía estás vivo.

Por el contrario, cuando una persona experimenta alegría la tendencia de respuesta es más ambigua e inespecífica: puede dar saltos de alegría, pero también puede dedicarse a bromear, a ayudar a otros, a hacer planes para el futuro, a ligar, a explorar, etc. La utilidad de este tipo de respuestas para la supervivencia no parece tan evidente, principalmente porque no es inmediata, pero no por ello debe obviarse. De hecho, es posible intuir otra clase de beneficios derivados de las emociones positivas que, si bien puede que no encajen perfectamente en los modelos teóricos existentes, las haría merecedoras del desarrollo de modelos específicos.

El valor de las emociones positivas

Hay una línea de investigación centrada específicamente en las emociones positivas y en su valor adaptativo. Recientemente se ha planteado la Teoría abierta y construida de las emociones positivas (Broaden and build theory of positive emotions), que sostiene que emociones como la alegría, el entusiasmo, la satisfacción, el orgullo, la complacencia, etc., aunque fenomenológicamente son distintas entre sí, comparten la propiedad de ampliar los repertorios de pensamiento y de acción de las personas y de construir reservas de recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales disponibles para momentos futuros de crisis.

El valor adaptativo de las emociones positivas

Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y placentero a corto plazo y para esta autora, además, tendría otros efectos beneficiosos más duraderos, en la medida en la que ello prepara a los individuos para tiempos futuros más duros. La alegría, por ejemplo, anima a jugar en el sentido amplio de la palabra, a empujar los límites, a ser creativo y ello permite el desarrollo y el entrenamiento de habilidades físicas (fuerza, resistencia, precisión), de habilidades psicológicas e intelectuales (comprensión de normas, memoria, autocontrol) y de habilidades sociales necesarias para el establecimiento de relaciones de amistad y de apoyo. Todas estas habilidades, conceptualizadas como recursos, pueden llegar a ser muy valiosas en momentos de escasez y de conflicto, en los que disponer de velocidad, de resistencia, de amigos, de capacidad de innovación, etc. puede ser la diferencia entre vivir y morir.

Función de las Emociones Positivas

Las funciones de las emociones positivas vendrían a complementar las funciones de las emociones negativas y ambas serían igualmente importantes en un contexto evolutivo. Si las emociones negativas solucionan problemas de supervivencia inmediata porque tienen asociadas tendencias de respuesta específicas (la ira, por ejemplo, prepara para el ataque; el asco provoca rechazo, vómito; el miedo prepara para la huida), las emociones positivas solucionan cuestiones relativas al desarrollo y crecimiento personal y a la conexión social. Las primeras propician formas de pensar que reducen el rango de respuestas posibles y las segundas propician formas de pensar que lo amplían.

Contribución de las emociones positivas en habilidades físicas, psicológicas y sociales

En este sentido, las emociones positivas habrían contribuido a generar las condiciones adecuadas para que nuestros ancestros desarrollaran las habilidades físicas necesarias para superar la estrategia de los depredadores, las habilidades psicológicas que permiten descubrir e inventar posibilidades y las habilidades sociales adecuadas para generar vínculos entre personas y el aprendizaje de conductas de ayuda.

En un contexto más cercano también es posible observar empíricamente algunos de los beneficios derivados de experimentar emociones positivas y en esto es en lo que se centran cada vez más investigadores que adoptan un enfoque positivo de la psicología.

Numerosos estudios experimentales vienen demostrando que el afecto positivo se relaciona con una organización cognitiva más abierta, flexible y compleja y con la habilidad para integrar distintos tipos de datos. El resultado de esta forma de pensar hace más creativa la solución de problemas y más acertados y sensatos los juicios y la toma de decisiones.

Las emociones positivas mejoran la forma de pensar

Uno de estos experimentos puso de manifiesto que los diagnósticos sobre enfermedades hepáticas eran más acertados cuando a los médicos se les hacía sentir bien regalándoles previamente una simple bolsita de golosinas. Más acertados se refería en este estudio a que los médicos tardaban menos tiempo en integrar la información del caso y a que eran menos proclives a basarse en pensamientos iniciales y, por tanto, a hacer diagnósticos prematuros.

Otros experimentos muestran que los estados afectivos positivos inducidos, bien fuera viendo una comedia o recibiendo un pequeño regalo comestible, facilitan la solución creativa de problemas. Concretamente, parecen incrementar las asociaciones novedosas, no previsibles y las combinaciones inusuales de elementos.

En esta misma línea, se ha comprobado que las personas expuestas a imágenes que suscitan distintas emociones (alegría, serenidad, miedo o tristeza) difieren en la forma de procesar información visual. A la hora de realizar una tarea de categorización en la que no existen respuestas correctas e incorrectas, sino respuestas que reflejan una forma global o local de percibir una configuración de elementos, las personas que experimentan emociones positivas tienden a elegir configuraciones más globales, es decir, ven el bosque más que los árboles.

Pensamiento abierto y flexible

La relación existente entre afecto positivo y pensamiento abierto y flexible ha sido analizada específicamente en otro estudio empírico. Después de tomar medidas repetidas de varias emociones positivas y de indicadores de pensamiento abierto y flexible, se observó que existía un reforzamiento mutuo entre ambas variables, es decir, la presencia de emociones positivas predecía en un momento temporal posterior pensamiento abierto y flexible y, de igual manera, el pensamiento abierto y flexible predecía afectividad positiva en el futuro.

Todos estos resultados sugirieren que en general las emociones positivas facilitan la puesta en marcha de patrones de pensamiento receptivos, flexibles e integradores, que favorecen la emisión de respuestas novedosas. Es muy posible que esta forma de pensar, y no la opuesta, haya precedido a los grandes descubrimientos y a las realizaciones más importantes de la historia de la humanidad y de cuyo valor nadie duda. Es difícil imaginar a Miguel Ángel cabreado mientras pintaba la Capilla Sixtina, a Newton iracundo debajo del manzano, a Edison, a Marie Curie, a Pasteur, etc., deprimidos en sus laboratorios. Por el contrario, es fácil imaginarles pensando posibilidades y alternativas, combinando elementos a priori imposibles, absortos en su tarea, emocionados contemplando sus avances hacia una meta deseada y llena de significado para ellos.

Las emociones positivas se relacionan con la salud

Considerando que la salud es algo más que la ausencia de enfermedad y que las emociones positivas son también algo más que la ausencia de emociones negativas, es posible plantear la utilidad de las emociones positivas para prevenir enfermedades, para reducir la intensidad y duración de las mismas y también para alcanzar niveles elevados de bienestar subjetivo.

Prolongación de la vida

Que las emociones positivas se relacionan con el nivel de bienestar subjetivo o felicidad no es una afirmación sorprendente, sin embargo afirmar que prolongan la vida sí lo es y requiere de pruebas más consistentes.

En esta línea, un sorprendente estudio que además reúne condiciones de control experimental excelentes, analizó el estado de salud y la longevidad de 180 monjas que en 1932, justo antes de ingresar en una orden religiosa, escribieron breves relatos autobiográficos sobre sus vidas y sobre lo que esperaban del futuro.

Este estudio ha puesto de manifiesto que, dadas las condiciones homogéneas en las que todas las monjas habían vivido, la única variable a la que se podían atribuir las diferencias observadas en su estado de salud y en su longevidad era la presencia de emociones positivas en los antiguos relatos. Las monjas que reflejaron en sus escritos emociones positivas (alegría, anhelo, felicidad) gozaban de mejor estado de salud y vivían una media de diez años más que aquellas que prácticamente no expresaron emociones. El 90% de las monjas del grupo más alegre seguía viviendo a los 85 años en contraste con el 34% del grupo menos alegre.

Efecto protección

En otro importante estudio se evaluó el estado de salud y el estado emocional de 2.282 sujetos de más de 65 años y se les hizo un seguimiento durante dos años. Los resultados mostraron que la experiencia de emociones positivas protegía a las personas mayores de los efectos más negativos del envejecimiento y de la incapacidad y, lo más importante, predecía con éxito quienes vivirían y quienes morirían.

En un reciente estudio, 334 voluntarios sanos entre 18 y 54 años fueron evaluados en su tendencia a expresar emociones positivas (felicidad, satisfacción y tranquilidad) y emociones negativas (ansiedad, hostilidad y tristeza). Posteriormente, a todos ellos se les administró nasalmente unas gotas que contenían el virus que produce el resfriado común. Los resultados mostraron que aquellos sujetos con un estilo emocional positivo presentaban un riesgo menor de contraer resfriado que aquellos sujetos con estilo emocional negativo.

Deshacen efectos efectos emociones negativas

Un posible mecanismo explicativo de este efecto protector de la salud es el que plantea la hipótesis de que las emociones positivas deshacen los efectos fisiológicos que provocan las emociones negativas. Una tendencia de respuesta específica asociada a la experiencia de emociones negativas es el incremento de la actividad cardiovascular (presión sanguínea, frecuencia cardiaca, vasoconstricción periférica), que sostenida en el tiempo se relaciona directamente con numerosas enfermedades. Varios estudios experimentales han puesto de manifiesto que la recuperación cardiovascular en personas que habían visto extractos de películas de terror, es decir, que habían experimentado miedo, era más rápida cuando posteriormente veían extractos que suscitaban alguna emoción positiva (alegría o sorpresa) que cuando veían películas emocionalmente neutras o que suscitaban tristeza y que los sujetos que espontáneamente sonreían mientras veían un extracto de película triste se recuperaban unos 20 segundos antes que los que no sonreían nunca.

En otro experimento se provocaron reacciones de ansiedad en un grupo de estudiantes al comunicarles que en un minuto tendrían que exponer ante una cámara un discurso sobre por qué se consideraban buenos amigos y que ese discurso sería posteriormente evaluado por sus compañeros. En estas condiciones se formaron cuatro grupos, dos vieron películas que elicitaban emociones positivas (alegría, satisfacción), uno vio una película que elicitaba tristeza y un cuarto grupo sirvió de control. Los resultados mostraron que los sujetos que habían visto las películas que provocaban emociones positivas tuvieron una recuperación cardiovascular más rápida que el grupo de control y mucho más rápida que los que vieron la película triste.

El papel de las emociones positivas en el cuidado de la salud y el bienestar subjetivo

Otro posible mecanismo de acción por el que las emociones positivas protegerían a las personas de enfermedades y trastornos es el que proponen Aspinwal y sus colegas en un estudio del que concluyen que las personas que se consideraban felices buscaban, asimilaban y recordaban mejor información sobre riesgos para la salud.

Todos estos datos en conjunto parecen indicar que las emociones positivas deshacen los efectos negativos que provocan las emociones negativas, lo que iría asociado a un menor desgaste del sistema cardiovascular y con ello a un mejor estado de salud. Esto, unido a que la experiencia de emociones positivas predice un elevado nivel de bienestar subjetivo, entendido éste como el promedio de emociones positivas y negativas y a que también aumenta la probabilidad de sentirse bien en el futuro, hace posible asignar un papel protagonista a las emociones positivas, como mínimo, en el cuidado de la salud y en el logro de estados subjetivos de bienestar.

Las emociones positivas mejoran la capacidad de afrontamiento ante la adversidad

Las emociones positivas también contribuyen a hacer más resistentes a las personas frente a la adversidad y ayudan a construir resiliencia psicológica. Las personas resilientes, aquellas que ante la adversidad se doblan pero no se rompen, son capaces de experimentar emociones positivas en situaciones estresantes. Varios estudios han puesto de manifiesto que las personas más resilientes suelen experimentar elevados niveles de felicidad y de interés por las cosas en momentos de gran ansiedad provocados experimentalmente. La presencia de emociones positivas durante los momentos de aflicción hace más probable que se desarrollen planes de futuro y estos planes, junto con las emociones positivas, predicen un mejor ajuste psicológico doce meses después de haber vivido un suceso traumático.

Función protectora

Igualmente, las emociones positivas protegen frente a la depresión, incluso después de haber pasado una experiencia realmente traumática. En un estudio realizado con medidas tomadas antes y después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York se evidenció que las personas que, junto a las emociones dominantes de angustia, miedo, disgusto y desprecio, experimentaron también tras los atentados emociones positivas de gratitud, interés, amor, esperanza, orgullo, etc., presentaban menos síntomas depresivos y más optimismo, satisfacción con la vida y tranquilidad. Las emociones positivas parecían ser un ingrediente activo esencial que, además de ayudar a las personas resilientes a no hundirse en la depresión, también contribuían a incrementar sus recursos psicológicos de afrontamiento.

Igual que un estado afectivo negativo lleva a un pensamiento focalizado pesimista y éste a un estado afectivo más negativo todavía en una espiral de influencia recíproca que puede terminar conduciendo a una depresión clínica, un estado afectivo positivo, favorecido por la experiencia de emociones positivas, llevaría a un pensamiento abierto, integrador, creativo y flexible que facilitaría el afrontamiento eficaz de la adversidad y que a su vez incrementaría los niveles de bienestar futuros.

¿Cuáles son las emociones positivas?

Me concentro en estas diez emociones positivas por dos razones. En primer lugar, son objeto de una creciente cantidad de investigación científica, incluida la mía. En segundo lugar, a lo largo de los años he examinado las experiencias emocionales diarias de cientos de personas, desde estudiantes universitarios hasta hombres y mujeres que trabajan en la mediana edad y más allá. De esto he aprendido que estas diez formas de positividad colorean más la vida cotidiana de las personas. Ciertamente existen otras formas.

Sin embargo, mi investigación muestra que estos diez son los más comunes. Con una excepción importante, los describo en el orden de su frecuencia relativa, comenzando con los que la gente siente con más frecuencia y avanzando hacia los que sienten con menos frecuencia. La excepción es el amor, que parece ser la forma de positividad experimentada con más frecuencia. Lo describo al final (y pronto verás por qué).

Sintonizarse con su propia positividad significa ir más allá de los términos universales como feliz y bueno en favor de estados emocionales con nombres más precisos. Aun así, te animo a usar estos diez términos para la positividad suavemente. Aplícalos ligeramente. Concéntrate más en las palancas que activan el sentimiento que fluye a través de ti que en la etiqueta misma. Aplique una etiqueta muy suavemente solo para ver si encaja.

  1. Alegría
  2. Gratitud
  3. Serenidad
  4. Interés
  5. Esperanza
  6. Orgullo
  7. Diversión
  8. Inspiración
  9. Asombro
  10. Amar

ALEGRÍA

Visualiza esto: Tu entorno es seguro y familiar. Las cosas van a tu manera, incluso mejor de lo que esperabas. Por el momento la situación requiere poco esfuerzo de su parte. Estas son las circunstancias que despiertan la alegría.

Hay muchas otras fuentes de alegría también. Quizás tus compañeros de trabajo te acaban de sorprender con una fiesta de cumpleaños. O abres una carta para encontrar una bonificación inesperada. O sales a cenar con nuevos amigos y te deleitas en su buena compañía. La alegría se siente brillante y ligera. Los colores parecen más vivos. Hay un resorte en tu paso. Y tu rostro se ilumina con una sonrisa y un brillo interior. Tienes ganas de asimilarlo todo. Te sientes juguetón, quieres saltar y participar.

Gratitud

Imagina que acabas de darte cuenta de que alguien se ha tomado la molestia de hacer algo bueno por ti. Tu vecino, un jubilado maestro de escuela, se ofrece a entretener a sus hijos durante unas horas una tarde. Un mentor dirige suavemente su carrera en la dirección correcta.

Su cónyuge limpia y prepara la cena en su día más ocupado para que usted no tenga que hacerlo. Un empleado de la tienda es especialmente útil y amable cuando realiza un intercambio complicado. El niño vecino palea tu camino después de una fuerte nevada. O tal vez ni siquiera es una persona que te ha aportado un tremendo beneficio. Podemos sentirnos agradecidos por respirar aire limpio, tener cuerpos capaces o tener un lugar seguro y cómodo para descansar cuando estamos cansados. En cualquier caso, la gratitud llega cuando apreciamos algo que nos ha llegado como un regalo para atesorar.

La gratitud abre tu corazón y conlleva la necesidad de retribuir, de hacer algo bueno a cambio, ya sea por la persona que te ayudó o por otra persona. Sin embargo, la gratitud tiene un gemelo malvado: el endeudamiento. Si siente que tiene que pagarle a alguien, entonces no se siente agradecido, se siente endeudado, lo que a menudo se siente claramente desagradable. El endeudamiento se paga a regañadientes, como parte de la economía de favores.

La auténtica gratitud

Por el contrario, la gratitud devuelve libre y creativamente. Es una sensación verdaderamente placentera mezclada con alegría y aprecio sincero. Y la gratitud no sigue las reglas. No es la etiqueta que enseñamos a nuestros hijos. Con demasiada frecuencia me encuentro presionando a mis hijos con “¿Qué dices?” cuando guardan silencio al recibir un regalo o una amabilidad. Cuando pronuncian un monótono “gracias”, solo están siendo educados, no agradecidos. La gratitud no es modales sin sentido o reciprocidad de ojo por ojo (“tú me rascas la espalda, yo te rasco la tuya”). La verdadera gratitud es sincera y espontánea.

La película y el movimiento social Pay It Forward es un gran ejemplo de gratitud en acción.

Serenidad

Al igual que la alegría, la serenidad entra cuando tu entorno es seguro y familiar y requiere poco esfuerzo de tu parte. Pero a diferencia de la alegría, la serenidad es mucho más discreta. Es cuando dejas escapar ese largo y lujoso suspiro porque tus circunstancias actuales son tan cómodas y tan correctas. También cuando te recuestas en una hamaca a la sombra después de un día de trabajo extenuante y gratificante en tu jardín. Pasear por una playa de arena en una mañana brillante con los sonidos del océano inundando tu cabeza y una brisa fresca cosquilleando tu piel. Acurrucarse con un buen libro y un cálido gato faldero, con su taza de té favorita a su lado. Es esa sensación de hundirse en la colchoneta de Savasana, la postura final tradicional en la práctica del yoga.

La serenidad te hace querer sentarte y disfrutar de ella. Es un estado consciente que conlleva la necesidad de saborear tus circunstancias actuales y encontrar formas de integrarlas en tu vida de manera más plena y frecuente. Cuando te dices a ti mismo: “¡Necesito hacer esto más a menudo!” eso es serenidad. Llamo serenidad a la emoción del resplandor.

INTERÉS

Aunque te sientes perfectamente seguro, algo nuevo o diferente llama tu atención, llenándote de una sensación de posibilidad o misterio. A diferencia de la alegría y la serenidad, estas circunstancias exigen un esfuerzo y una mayor atención de su parte. Estás completamente fascinado. Te sientes atraído por explorar, por sumergirte en lo que acabas de descubrir. Es cuando ves un nuevo camino en el bosque y quieres saber a dónde lleva, cuando descubres un nuevo conjunto de desafíos que te permiten desarrollar tus habilidades, ya sea en la cocina, el bridge o el baile. También es ese nuevo libro fascinante que te despierta a nuevas ideas. Cuando estás interesado, te sientes abierto y vivo. Literalmente puedes sentir cómo se expanden tus horizontes en tiempo real y, con ellos, tus propias posibilidades. La intensa atracción del interés lo invita a explorar, a aceptar nuevas ideas y a aprender más.

Esperanza

Aunque la mayor parte de la positividad surge cuando te sientes seguro y saciado, la esperanza es una excepción. Si todo ya estuviera yendo a tu manera, habría poco por lo que tendrías que esperar. La esperanza entra en juego cuando sus circunstancias son desesperadas: las cosas no le van bien o existe una incertidumbre considerable acerca de cómo resultarán las cosas. También surge precisamente en esos momentos en que la desesperanza o la desesperación parecen igualmente probables. La esperanza, en situaciones desesperadas como estas, es “temer lo peor pero anhelar algo mejor”.

En lo profundo del núcleo de la esperanza está la creencia de que las cosas pueden cambiar. No importa cuán terribles o inciertos sean en este momento, las cosas pueden salir mejor. Las posibilidades existen. La esperanza te sostiene. Evita que te derrumbes en la desesperación. Te motiva a aprovechar tus propias capacidades e inventiva para cambiar las cosas. Te inspira a planificar un futuro mejor.

A diferencia de cualquier otra criatura terrenal, los humanos podemos imaginar nuestro propio futuro y, al hacerlo, todas las calamidades posibles. Sin esperanza, nuestra capacidad humana única para pronosticar nuestra muerte y desaparición inevitables nos dejaría en una desesperación inmóvil. Con esperanza, nos energizamos para hacer todo lo que podamos para lograr una buena vida para nosotros y para los demás.

Orgullo

El orgullo es una de las llamadas “emociones autoconscientes”. Todos conocemos a sus primos malvados, la vergüenza y la culpa. Estos sentimientos dolorosos nos superan cuando tenemos la culpa de algo malo. El orgullo es lo contrario: somos “culpables” de algo bueno. Como uno de los llamados siete pecados capitales, el orgullo tiene una reputación mixta. Decimos que el orgullo hace que a la gente se le hinche la cabeza, o que el orgullo precede a la caída. Cualquier emoción puede ir demasiado lejos, y quizás esto sea especialmente cierto para el orgullo.

Sin control, el orgullo se convierte en arrogancia. Pero cuando es específico y se atempera con la humildad apropiada, el orgullo es claramente una emoción positiva. El orgullo florece a raíz de un logro por el que puedes atribuirte el mérito. Invertiste tu esfuerzo y habilidades y tuviste éxito. Es esa buena sensación que tienes cuando estás dando los toques finales a un proyecto de mejoras para el hogar, ya sea arreglar la lavadora, plantar un jardín o rediseñar tu dormitorio. O cuando logras algo en la escuela o en el trabajo: pasaste un examen, ganaste una carrera, hiciste una venta o publicaste tus ideas. O cuando reconoces que hiciste una diferencia con alguien más, a través de tu ayuda, amabilidad u orientación.

El valor socialmente reconocido

No se trata de logros cualquiera, sino de valores socialmente valorados. Sentimos en un nivel profundo que nuestras acciones serán valoradas por otros. Eso es lo que hace que el orgullo sea una emoción autoconsciente. A menos que seas un socio camino, eres muy consciente de cómo tus acciones, buenas y malas, pueden ser percibidas por los demás. Sientes orgullo cuando eres digno de elogio y culpa cuando eres culpable. El orgullo lleva consigo la necesidad de compartir la noticia de tus logros con los demás, ya sea con palabras (“¡Oye, mira lo que hice!”), gestos (postura erguida, cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, leve sonrisa, manos en las caderas o brazos resucitado en victoria), o ambos.

La expansividad del orgullo

El paisaje mental del orgullo también es expansivo. Enciende sueños de logros mayores y mayores en dominios similares: si puedo hacer esto, tal vez pueda… abrir mi propio negocio… arreglar el patio delantero… rediseñar la sala de estar… ganar una beca… formar parte del equipo olímpico… ser promovido… hacer una diferencia en el mundo. De esta manera, el orgullo alimenta la motivación para el logro. Experimentos de laboratorio bien controlados muestran que cuando las personas se sienten orgullosas, es más probable que persistan en las tareas difíciles.

Diversión

Esta etiqueta hace dos distinciones importantes sobre las sorpresas, o incongruencias, que traen diversión. En primer lugar, la diversión es social. Aunque a veces nos reímos solos, esas risas son solo representaciones pálidas de la risa que compartimos con otro. De hecho, como los bostezos, la risa es altamente contagiosa. En segundo lugar, las sorpresas solo son divertidas si están integradas en contextos seguros, no si son peligrosas o amenazantes. Si tu amigo hace una mueca porque se está ahogando o si la broma de tu vecino es ofensiva, no te divierte. Por definición, entonces, las diversiones no son serias. La diversión sincera trae el impulso incontenible de reír y compartir su jovialidad con los demás. La risa compartida indica que usted encuentra que su situación actual es segura y alegre y que le gustaría usar este tiempo bendito para construir conexiones con otros.

Inspiración

De vez en cuando, te encuentras con la verdadera excelencia humana. Trasciendes lo ordinario, viendo mejores posibilidades de lo habitual. Ser testigo de la naturaleza humana en su máxima expresión puede inspirarte y animarte.

Sentirse inspirado atrae su atención, calienta su corazón y lo atrae. Es el polo opuesto de sentirse disgustado por la depravación humana, que lo repele instantáneamente. La inspiración no solo se siente bien, te hace querer expresar lo que es bueno y hacer el bien tú mismo. Crea la necesidad de hacer lo mejor que puedas para que puedas alcanzar tu propio terreno más alto. Junto con la gratitud y el asombro, la inspiración se considera una de las emociones auto-trascendentes. Es una forma de positividad que nos saca de nuestro caparazón de ensimismamiento.

Lamentablemente, la inspiración no es la única respuesta que puede tener al ver a otra persona hacer algo extraordinariamente bien. Al igual que la gratitud, la inspiración tiene un gemelo malvado. Ya sea que lo llames resentimiento o envidia, surge cuando vemos la excelencia humana y respondemos con negatividad. Nos quejamos, nos burlamos, derribamos a la persona o nos castigamos por no hacerlo igual de bien. Cuando nos comparamos con alguien que lo hace mejor que nosotros, a veces nos desanimamos en lugar de inspirarnos. Ya sea que responda a la excelencia humana con positividad o negatividad es una elección. Es una elección sobre si tu corazón está abierto o cerrado.

Asombro

Estrechamente relacionado con la inspiración, el asombro ocurre cuando te encuentras con la bondad a gran escala. Literalmente te sientes abrumado por la grandeza. En comparación, te sientes pequeño y humilde. El asombro te hace detenerte en seco. Estás momentáneamente traspasado. Los límites se desvanecen y te sientes parte de algo más grande que tú. Mentalmente, tiene el desafío de absorber y adaptarse a la gran escala de lo que ha encontrado.

A veces nos asombra la naturaleza, como las impresionantes puestas de sol en el Gran Cañón, o al ver, escuchar y sentir el poder de las olas del mar rompiendo y desgastando los acantilados rocosos de la costa del Pacífico. Otras veces nos asombra la humanidad, como cuando vemos a Neil Armstrong dar sus primeros pasos en la luna o visitamos la catedral de Notre Dame en París y nos paramos bajo el gran rosetón que brilla bajo el sol de la mañana.

Aunque es una forma de positividad, el asombro a veces se encuentra tan cerca del borde de la seguridad que también sentimos una pizca de negatividad. El asombro se mezcla con el miedo cuando hemos sido testigos de un tornado o hemos visto colapsar las torres del World Trade Center. El asombro, como la gratitud y la inspiración, es una emoción autotrascendente. Nos obliga a vernos a nosotros mismos como parte de algo mucho más grande, ya sea la gran creación de Dios o el gran progreso de esta nación. El asombro también puede vincularnos emocionalmente con líderes poderosos y carismáticos, que a menudo parecen más grandes que la vida.

AMAR

Hay una razón por la cual el amor se llama una cosa de muchos esplendores. No es un solo tipo de positividad. Es todo lo anterior, que abarca alegría, gratitud, serenidad, interés, esperanza, orgullo, diversión, inspiración y asombro.

En las primeras etapas de una relación, atado a tu atracción inicial, estás profundamente interesado en todo lo que dice y hace esta nueva persona. Comparten diversiones y se ríen juntos, a menudo como resultado de la incomodidad de reunirse por primera vez. A medida que su relación se construye y quizás supera sus expectativas, trae una gran alegría. Comienzan a compartir sus esperanzas y sueños para su futuro juntos. A medida que la relación se vuelve más sólida, te hundes de nuevo en la serenidad acogedora que viene con la seguridad del amor mutuo. Estás agradecido por las alegrías que tu amado trae a tu vida, tan orgulloso de sus logros como lo estás de los tuyos, inspirado por sus buenas cualidades y tal vez asombrado por las fuerzas del universo que los unieron.

El amor también cambia la química interna de nuestros cuerpos. Eleva nuestros niveles de oxitocina y progesterona, respuestas biológicas vinculadas con vínculos de por vida, confianza e intimidad.

Fuente:

Fredrickson, B. (2009). Positivity: Groundbreaking research reveals how to embrace the hidden strength of positive emotions, overcome negativity, and thrive. Crown Publishers/Random House.

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