¿Qué es el Trastorno de Pánico?

mujer sentada sofá sosteniendo bolsa papel sobre rostro con sus manos

Los síntomas primarios de un trastorno o desorden de pánico son severos, como tener ataques de pánico recurrentes, y quien los sufre puede también experimentar un estado de estrés continuo y de constante preocupación sobre cuándo ocurrirá el siguiente ataque.

Estas instancias de temor son conocidas como “ataques anticipatorios”, y pueden hacer que quien los sufre haga cambios significativos en su conducta diaria, pudiendo tener un impacto extremadamente negativo en su vida. Por ejemplo, una mujer que haya tenido ataques de pánico al hablar en público puede sufrir una ansiedad constante respecto de tener que hablar en las reuniones de trabajo, y puede llegar al extremo de evitar dar sus presentaciones, sin importar que su carrera sufra drásticamente como resultado de ello.

La ansiedad anticipatoria puede ser mejor descripta como “un miedo al miedo”. En casos extremos, esto puede llevar al desarrollo de una agorafobia, lo que puede a su vez tener un efecto devastador en quien la sufre.

Comprendiendo el Trastorno de Pánico

Los sutiles misterios de la mente humana aún no han sido entendidos en su totalidad, particularmente cuando se trata de explicar cómo funciona la mente.

Por ejemplo, si un hombre comienza a experimentar ataques de pánico al conducir su carro, entonces su mente subconsciente puede adiestrarlo rápidamente a asociar (erróneamente) el ambiente específico de su carro – el aroma de la tapicería, la sensación de la palanca de cambios en su mano, el ruido del tráfico afuera de la ventana – con un peligro extremo y amenazador para su vida. Por lo tanto, la próxima vez que este hombre se ponga tras el volante se hará más probable que su respuesta de lucha o huida se active y que le suceda un completo ataque de pánico.

Cuando este proceso es combinado con la ansiedad anticipatoria, en lo que su mente consciente está esperando activamente que el ataque de pánico suceda, el hombre puede encontrarse atrapado en un ciclo difícil de romper.

Otros factores desencadenantes

Otros factores pueden exacerbar la relación de los trastornos de pánico y las circunstancias de nuestra vida diaria – tanto aquella que elegimos como las que nos son impuestas. El estrés de la existencia moderna, ya sean relacionadas a las finanzas, el trabajo, las relaciones, la salud, las carencias y ausencias o cualquier otra cosa, pueden tener un enorme impacto en cualquiera de nosotros, y todos deberíamos hacer lo posible para reducir las exigencias físicas y emocionales a las que nos exponemos. Esto es especialmente importante si sufres de un trastorno de pánico, ya que los altos niveles de estrés y ansiedad dificultan mucho el tener bajo control a los ataques de pánico o a tener el temor de sufrir uno.

Veremos algunas posibles formas de reducir el estrés y de aliviar los síntomas de un trastorno de pánico en un momento. Pero antes veremos brevemente otro tipo de trastorno de ansiedad – la fobia social.

Trastorno de Pánico y Ansiedad

Bienvenidos a nuestro sitio web. Si estás buscando algo de información sobre ataques de pánico o trastornos de ansiedad, esperamos que aquí encuentres lo que buscas. Si ya has sido diagnosticado con alguna de estas frustrantes condiciones, o si crees que puedes estar padeciéndolas, por favor no desesperes. Recuerda que los ataques de pánico son un fenómeno extremadamente común. ¡Te prometemos que no estás solo!

Una de las cosas más frustrantes sobre los ataques de pánico y de ansiedad es que quien las padece a menudo sabe que los temores que tiene no tienen lógica alguna, y sin embargo no pueden evitar que les aquejen. El objetivo principal de este sitio es intentar eliminar algo de este misterio, explicando el cómo y el por qué estas cosas tan extrañas (y aterradoras) te están sucediendo, así como también intentaremos ver algunos posibles tratamientos y maneras de aliviar estos síntomas.

¿Qué es un ataque de pánico?

Se define un ataque de pánico como un momento de intenso miedo y angustia, que se presenta acompañado de una serie de síntomas físicos y cognitivos. Generalmente estos ataques se disparan por causa de un agente activador (llamado “disparador”), el cual se presenta súbitamente y crea un estado de ansiedad  y confusión casi instantáneo.

Aquí tenemos las clases de ataques de pánico:

  • ESPONTANEOS: aparecen sin advertencias en cualquier momento del día, incluso durante el sueño, sin un desencadenante aparente. En muchas maneras, esta es la forma más atemorizante de los ataques, ya que suceden sin advertencia alguna, y quienes las sufren no pueden siquiera intentar racionalizarlas o relacionarlas a un temor específico. La naturaleza aleatoria de estos ataques hace que a menudo sean confundidos con ataques cardiacos.
  • ESPECIFICOS: se presentan ante situaciones o lugares específicos. Quien los sufre nunca tiene un ataque al estar ausentes estas condiciones, y se libera totalmente de los síntomas cuando está en ambientes cómodos para él o ella – por ejemplo: en su casa, a solas, o con amigos de confianza. Esto puede tener un efecto debilitante, ya que quienes los sufren pueden encontrarse haciendo demasiado para evitar estos disparadores, a menudo sufriendo grandes inconvenientes tanto para ellos como para sus seres queridos.
  • PREDISPUESTOS POR SITUACIONES: se observan cuando quienes los sufren notan experimentarlos más frecuentemente en determinadas situaciones. Por ejemplo, al viajar en colectivos o trenes. La persona puede no tener un temor o una fobia específica respecto del transporte público, ni tampoco los ataques ocurren siempre que estas personas aborden un tren, pero las probabilidades de que sí sufran ataques en esa determinada situación son por mucho mayores a las normales.

¿Cómo es vivir con Trastorno de Pánico?

La descripción más usual es la de sentirse paralizado, casi congelado. Tu mente se llena de pensamientos de paranoia y peligro, te sientes como si estuvieras en la línea de fuego. Al mismo tiempo, tu cuerpo experimenta otros síntomas, tales como taquicardia, palpitaciones, traspiras intensamente, sientes calores, te falta de aliento y sientes como si te asfixiaras. También puedes sufrir náuseas, mareos, dolores en el pecho, hormigueos y entumecimiento.

¡En otras palabras, los síntomas no son muy agradables!

Otra descripción muy común es la de sentirse como en un estado de irrealidad y despersonalización, es decir, haberse visto desprendidos de sus propios cuerpos. También aparecen ciertos pensamientos comunes, como lo es el miedo a la muerte o el sentirte como si te estuvieras volviendo loco.  Haz clic en la siguiente enlace para leer más sobre los síntomas de ataques de ansiedad.

La respuesta de lucha o huida

¿Y la fuente de esas sensaciones? Pues todos poseemos un mecanismo llamado respuesta de lucha o huida (“fight or flight response”) que colabora en nuestra protección. Este mecanismo activa químicos en el cuerpo (como la adrenalina) y acelera nuestro ritmo cardíaco, aumentando nuestra presión arterial. Todo esto nos permite reaccionar y actuar ante una situación de peligro, nos ayuda ya sea en prepararnos para enfrentar al sujeto (o evento) agresor, o bien nos da la reacción y el valor para escapar de esta situación.

Cuando esta sensación de peligro disminuye, los síntomas del mecanismo desaparecen, y el cuerpo vuelve a su estado normal. Sin embargo, en quienes sufren de pánico o ansiedades, la capacidad de volver a este estado normal se dificulta, y las actividades del mecanismo permanecen activas por un buen rato, acentuando los miedos, las angustias y la sensación de incomodidad, de alerta y de ansiedad.

Reacciones Ancestrales

La respuesta de lucha o huida es algo que nuestros cuerpos activan en pro a nuestra propia supervivencia. Los síntomas fisiológicos que una persona experimenta al tener un ataque de pánico son exactamente los mismos síntomas que hubieran sentido nuestros ancestros neandertales al regresar a sus casas luego de largos viajes de cacería, ¡y encontrar a un oso en sus cuevas! Es la misma oleada instantánea de energía nerviosa que vemos en una cebra al ver de pronto a un león, o en un gato atemorizado por un perro.

El mundo en el que vivimos es muy diferente al de nuestros ancestros – después de todo, las posibilidades de que seas atacado por un animal salvaje son (¡esperemos!) muy pocas. Pero el mecanismo de defensa de lucha o huída aún existe en nosotros, y para aquellos que sufren de ataques de pánico la situación NO NECESITA ser peligrosa para que este se active. Debatiremos algunos de los motivos de ello en la sección de Las Causas de los Ataques de Pánico.

¿Cuáles son los síntomas de un ataque de pánico?

Ya hemos descrito cómo los ataques de pánico son la manifestación del mecanismo de defensa de nuestros cuerpos – la respuesta de lucha o huida. Para comprender los síntomas de los ataques de pánico, necesitamos ver más de cerca lo que sucede en nuestros cuerpos cuando esta respuesta es activada.

Tan pronto como una “amenaza” severa es percibida, nuestro sistema nervioso se pone en su “modo de emergencia”. Se libera adrenalina a chorros, y se acelera la respiración. Se eleva la presión sanguínea y la misma sangre fluye desde nuestro estómago y los demás órganos hacia aquellos músculos que más necesitaremos (como los brazos y las piernas), preparándonos para el esfuerzo ya sea de luchar o de huir tan rápido como nos sea posible.

Esto es extraordinariamente útil si te hayas en una situación de vida o muerte. El problema está en que para algunas personas este proceso puede sencillamente ser activado en la fila del supermercado, al volar en avión, o cuando deben hablar en público. En estos casos, la respuesta de lucha o huida no es apropiada ni necesaria, pero estos cambios a nivel físico siguen apareciendo. Esto puede llevar a todo un amplio espectro de síntomas desagradables, a menudo incluyendo también los siguientes:

Síntomas

  • Un percato intenso de los latidos del corazón acelerándose, descriptos como una sensación punzante que puede ser sentida o “escuchada” en los oídos.
  • Palpitaciones.
  • Presión o incomodidad en el pecho.
  • Transpiración repentina a menudo que el metabolismo de tu cuerpo aumenta.
  • Temblores.
  • Boca seca.
  • Adormecimiento u hormigueo en las extremidades.
  • Náusea y/o necesidad de ir al excusado, causada por el flujo sanguíneo que escapa de tu sistema digestivo.
  • Falta de aliento o sensación de “sofocación”.
  • Pérdida del color de la piel
  • Escalofríos o calores
  • Dilatación de las pupilas
  • Pérdida de la audición
  • Pérdida de la visión periférica
  • Mareos
  • Sensación de perder el control y/o de tener un destino incierto.
  • Sentirse fuera de la realidad.
  • Despersonalización – sensación de estar fuera de tu propio cuerpo y de que no existes.

Las secuelas de un ataque de pánico pueden dejarte sintiéndote física y mentalmente agotado por la experiencia. Algunos síntomas, tales como la sensación de irrealidad o de que tu cabeza está llena de aire (como un mareo) pueden persistir por bastante tiempo luego de haber terminado el ataque.

Los ataques de pánico pueden ser en verdad terroríficos. Los ataques de pánico pueden desorientarte. En determinadas circunstancias, ¡los ataques de pánico pueden incluso ser terriblemente embarazosos! Pero más allá de esto, lo más importante a recordar es que estos son esencialmente inofensivos. ¡Nadie ha muerto como resultado directo de haber tenido uno! Asegúrate de recordar estola próxima vez que sientas que se avecina un ataque. Háblate a ti mismo. Reconfórtate sabiendo que no estás en peligro, y que la sensación que tienes pronto pasará.

Por esto, la gran pregunta es esta – si la respuesta de lucha o huida nos ayuda a prevenirnos para no ser devorados por animales salvajes, ¿por qué nos afecta a tantos en esta sociedad moderna?

¿Qué puede causar el Trastorno de Pánico?

No existe una lista específica de disparadores de ataques de pánico, debido a que ellos dependen de las características y percepciones de cada uno de nosotros. Pero podemos identificar algunas situaciones y condiciones que resultan comunes para muchas personas, como las que están aquí debajo:

Predisposiciones de largo plazo:

Estas pueden ser hereditarias (genéticas), aunque no en forma exclusiva. También pueden estar relacionadas a nuestra crianza, y son llamadas “factores ambientales”, tales como una visión particular del mundo que aprendimos de nuestros padres, que provocan estrés activando pensamientos y prejuicios negativos sin que siquiera sepamos el por qué de ello.

Causas biológicas:

Diversas condiciones biológicas pueden contribuir al trastorno de pánico. Algunas de ellas son:

ansiedades generalizadas, desorden obsesivo-compulsivo, desórdenes de estrés post-traumático, hipoglucemia, hipertiroidismo, la enfermedad de Wilson, prolapso de la válvula mitral, feocromocitoma, perturbaciones del oído interno y la deficiencia de vitamina B: son factores biológicos, y pueden ser tratados.

Fobias

Son estos intensos miedos que vienen de la exposición a ciertos factores.

Causas disparadoras de corto plazo:

Algunos eventos o situaciones pueden desencadenar ataques de pánico de forma temporal. Algunos ejemplos son:

las pérdidas personales significativas, los cambios profundos en nuestra vida diaria, el consumo excesivo de cafeína, nicotina, marihuana u otros fármacos pueden ser disparadores.

Causas persistentes:

Pueden ser causas ambientales, pensamientos negativos constantes, tener una mala imagen de nosotros mismos, tener dudas constantes o creencias negativas, así como sentimientos retenidos o falta de asertividad.

Carencia de asertividad: cuando no tenemos agudeza en nuestros sentidos solemos tener un estilo comunicativo pasivo y evitamos la confrontación.

Medicamentos: los más habituales son la Ritalina, los antibióticos del tipo de fluoroquinolone y ciertos antidepresivos, entre otros.

Síndrome de abstinencia: tanto de sustancias legales como ilegales (drogas, alcohol, medicamentos con o sin prescripción).

Síndrome de hiperventilación: es la respiración del pecho y no del diafragma, la que causa hiperventilación y aporta demasiado dióxido de carbono a nuestra sangre, causando mareos y palpitaciones, entre otras.

Disparadores farmacológicos: causadas por ciertas sustancias químicas, tanto estimulantes como depresores (incluyendo la cafeína, anfetaminas y el alcohol entre tantos otros).

Cualquiera de estos factores puede ser suficiente para producir un ataque de pánico en alguien que hasta ese momento ha vivido libre de ellos. En algunos casos el ataque puede ser un evento único, sin ser jamás repetido, pero en otros casos pueden llegar más ataques.

¿Cuánto puede durar un ataque de pánico?

La duración de un ataque de pánico puede variar de persona a persona y de episodio a episodio. En general, un ataque de pánico alcanza su punto máximo en unos minutos y, posteriormente, comienza a disminuir gradualmente. La mayoría de los ataques de pánico duran entre 5 y 20 minutos, aunque algunas personas pueden experimentar síntomas durante un período más prolongado.

Es importante destacar que aunque la duración física de un ataque de pánico puede ser relativamente corta, los efectos emocionales y psicológicos pueden persistir mucho más tiempo. Después de un ataque de pánico, algunas personas pueden experimentar un estado de agotamiento, preocupación anticipatoria y miedo a tener otro ataque, lo que puede influir en su bienestar general.

¿Qué diferencia hay entre un Ataque de Pánico y el Trastorno de Pánico?

Un ataque de pánico es un episodio aislado y agudo de miedo intenso y malestar físico. Puede surgir repentinamente y sin previo aviso, y suele alcanzar su máxima intensidad en poco tiempo. Por lo general, los ataques de pánico están vinculados a una situación específica o un desencadenante reconocible.

Por otro lado, el trastorno de pánico implica la presencia recurrente e inesperada de ataques de pánico. Las personas con trastorno de pánico suelen vivir con el temor constante de tener un nuevo ataque de pánico, lo que puede generar una preocupación excesiva y anticipatoria que interfiere en su vida diaria. El trastorno de pánico implica una preocupación persistente por los ataques futuros y puede llevar a la evitación de situaciones o lugares que se perciben como desencadenantes.

En resumen, mientras que un ataque de pánico es un evento único, el trastorno de pánico se caracteriza por la recurrencia de estos ataques y la preocupación constante asociada a ellos.

Conclusión:

Los ataques de pánico son episodios de miedo y ansiedad intensos que pueden ser aterradores y desorientadores. Aunque su duración física puede ser relativamente corta, sus efectos emocionales pueden perdurar. Es importante recordar que un ataque de pánico ocasional no necesariamente indica la presencia de un trastorno de pánico. Este último se caracteriza por la recurrencia de ataques y una preocupación constante por su reaparición.

Si experimentas ataques de pánico recurrentes o si tus síntomas de ansiedad interfieren significativamente en tu vida diaria, es importante buscar ayuda profesional.

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